SE REALIZÓ EL XXVII ENCUENTRO NACIONAL DE MUJERES
Ahora más que nunca... ¡Por los derechos de la mujer trabajadora y la juventud!
Por: Andrea D’Atri
Bajo un sol abrasador, a orillas del Paraná, se realizó el XXVII Encuentro Nacional de Mujeres. Como viene sucediendo últimamente, no alcanzó la masividad que supo tener en otros años; pero se vio sacudido por la situación política nacional, que cruzó los debates en todos los talleres. El descontento con la Iglesia, con el gobierno y con las condiciones de unas vidas sometidas a la precarización laboral, la necesidad de tierra y vivienda, el gatillo fácil, las muertes por abortos clandestinos, el peligro de las redes de trata, la violencia en todas sus formas, se abrió paso, aún a pesar de la regimentación y el rutinarismo que impone la Comisión Organizadora copada por el PCR.
Todo esto muestra que sobran motivos para que los Encuentros se transformen en el puntapié inicial para que miles de mujeres encabecemos un gran movimiento de lucha por nuestros derechos, que se dirija a su vez a millones de mujeres que soportan los mismos agravios, que aspiran también a una vida liberada de toda violencia y opresión. El accionar cada vez más burocrático de una minoritaria y poco representativa Comisión Organizadora va a contramano de las miles de mujeres que seguimos sosteniendo, con nuestra participación, los Encuentros. Es evidente que si no fuera por este control que ejerce la Comisión Organizadora, podrían transformarse en un canal de expresión, organización y lucha para miles de mujeres. Desgraciadamente otras organizaciones de la izquierda también intervienen rutinariamente y con pequeñas delegaciones que no muestran la voluntad de organizar un gran movimiento de mujeres en lucha por nuestros derechos.
Los debates políticos cruzaron todo el Encuentro
Con la presencia de una mayoría de mujeres organizadas en partidos de izquierda, agrupaciones estudiantiles o sindicales, diversos grupos políticos de todas las tendencias, gremios, ong’s y colectivos feministas, fue inevitable que en los talleres se mezclaran los temas previstos de antemano con los debates políticos nacionales del momento. Todas opinábamos sobre el motín de gendarmes y prefectos, sobre qué actitud adoptar frente al paro y el acto convocado por la CTA opositora con la Federación Agraria, sobre la propuesta de participar en la marcha a dos años del asesinato de Mariano Ferreyra, el 20 de octubre.
Las compañeras de Pan y Rosas y el PTS planteamos claramente nuestras ideas: no apoyamos a los represores que el gobierno alentó y fortaleció, que reprimió a los pueblos que se levantaron contra la megaminería, que son los creadores del Proyecto X con el que se espía a los dirigentes obreros de Kraft, los que reprimen las luchas de la clase trabajadora. Y si bien consideramos que el próximo 10 de octubre, hay motivos de sobra para que paremos contra la política del gobierno kirchnerista, no vamos al acto convocado por la CTA con sectores de las patronales agrarias. “¡Ni con Cristina, ni la Rural... trabajadoras del campo y de la ciudad!” fue la consigna elegida para plantear que es necesario luchar por una política independiente tanto del gobierno como de la oposición patronal. Y una vez más, reafirmamos nuestro compromiso con la lucha por justicia para Mariano Ferreyra, invitando a sumarse a la marcha convocada en el aniversario luctuoso de su asesinato.
Paradójicamente, este año, cuando más claramente se expresó en muchos talleres el descontento con el gobierno, apareció por primera vez, un grupo no muy numeroso de diversas agrupaciones K que, con cierta prepotencia, pretendían frenar el cuestionamiento a quien impide la legalización del aborto en Argentina. Por eso, no puede sorprender que tanto esta delegación K como la Comisión Organizadora se hayan negado a pasar por la catedral de Posadas y la Casa de Gobierno, durante la marcha de cierre del Encuentro. Las militantes K y las dirigentes del PCR, que regimentan los Encuentros Nacionales de Mujeres, terminaron alineadas, en los hechos, con los sectores “anti-derechos”, al mismo tiempo que Macri en Buenos Aires vetaba el proyecto de aborto no punible.
Pero, una vez más, la bronca que generan las muertes de mujeres jóvenes y pobres por las consecuencias del aborto clandestino, se expresó mayoritariamente, especialmente cuando la mayoría de las manifestantes nos decidimos a ir a la catedral y la Casa de Gobierno. Esta vez, la Iglesia quiso evitar la confrontación y fue un grupo de fundamentalistas católicos que vinieron desde otras provincias los que se adjudicaron el reaccionario papel de guardias clericales. “¡Iglesia, basura, vos sos la dictadura!” fue la ya clásica consigna que centenares de mujeres cantamos frente a la “barra brava” que rezaba el rosario a viva voz, mientras nos insultaba por lo bajo.
Pan y Rosas, del Norte azucarero a la Patagonia ceramista
Pan y Rosas participó con una delegación de más de mil compañeras de todo el país. Mujeres de los ingenios azucareros de Jujuy y Tucumán fueron las más conmovedoras a la hora de presentarse con su bandera “Dulces como el azúcar, resistentes como las cañas” y su canto “Llegamos las luchadoras/ las más aguerridas mujeres del NOA/ Contra la yuta, contra el gobierno/ por tierra y vivienda vamos a luchar!”. Otras que nos hicieron saltar las lágrimas fueron las trabajadoras inmigrantes de los talleres textiles de la Ciudad de Buenos Aires. “¡Porque la clase obrera es una sola y no tiene fronteras!”, nos dijo Edith, y un solo grito estalló en el plenario de Pan y Rosas, con el puño en alto: “¡Nativa o extranjera, la misma clase obrera!” Y un aplauso cerrado recibió Segundina, la compañera boliviana que puso en pie la comisión de mujeres del Ingenio La Esperanza de Jujuy, cuando se presentó al plenario.
En la marcha, fuimos muchas más aún, porque decenas de mujeres que nos conocieron en los talleres, decidieron movilizarse con Pan y Rosas. Allí, también nos acompañaron las obreras ceramistas de Zanon. Con los brazos entrelazados, encabezaron nuestra numerosa y combativa columna, junto a las delegadas y trabajadoras de Kraft, de Pepsico, las mujeres del noroeste, las mujeres inmigrantes... No faltaron las trabajadoras de Felfort, de Soriano, las trabajadoras gráficas, la comisión de mujeres de Donnelley, las trabajadoras aeronáuticas, telefónicas, estatales, docentes. ¡Un verdadero orgullo para centenares de estudiantes secundarias y universitarias que las alentaban al grito de “obrera, escucha, tu lucha es nuestra lucha”! Todas coincidíamos en que, en el marco de la crisis política que sacude al gobierno, la clase trabajadora tiene que intervenir con sus reclamos de forma independiente de los distintos sectores patronales.
En este marco, es mucho más acuciante para las mujeres, las más explotadas de la clase trabajadora, las que sufren las consecuencias de la precarización laboral, los abortos clandestinos, la violencia machista y la trata de personas, poner en pie un amplio movimiento de lucha por nuestras demandas. Por eso llevamos estas banderas al Encuentro. Sobran motivos y entusiasmo para luchar por nuestros derechos. Lo que falta es la voluntad política de quienes siguen impidiendo que los Encuentros Nacionales de Mujeres se transformen en una fuerza arrolladora de luchadoras de todo el país. Es posible construir un canal donde pueda expresarse el descontento de miles de mujeres agraviadas por las patronales explotadoras, por un gobierno que carga sobre sus espaldas la responsabilidad de centenares de mujeres muertas por abortos clandestinos, por una oposición derechista que se encolumna detrás de la reaccionaria Iglesia que nos oprime y las patroncitos de estancia que nos humillan.
Las mujeres de Pan y Rosas volvemos del XXVII Encuentro Nacional de Mujeres dispuestas a que estas ideas empiecen a hacerse realidad, poniendo en pie un gran movimiento de miles de mujeres en lucha por nuestros derechos ¡Manos a la obra!
No hay comentarios:
Publicar un comentario