La semana pasada, de golpe y porrazo, La Matanza amaneció cubierta con sus calles empapeladas. Pero esta vez, no eran los carteles de siempre que invitan al consumo masivo en interminables cuotas. Ahora los afiches anunciaban la formación de una escuelita policial, pero no en las dependencias de la Bonaerense sino en las aulas de la Universidad Nacional de La Matanza, generosamente cedidas a la maldita bonaerense por el rectorado.
La excusa oficial fue la de responder ante los reclamos en materia de seguridad de los barrios del distrito. Un punto de vista bastante peculiar si se tiene en cuenta que es justamente la policía la encargada de mantener las redes de trata y los vínculos con el narcotráfico en un municipio famoso a nivel nacional por ser el que torturó y desapareció a Luciano Arruga en la Comisaría 8va de Lomas del Mirador. A su vez, es una policía que sigue manteniendo en función a más de 9000 efectivos que tuvieron una implicancia directa en la dictadura militar y cuya verdadera intención es, por supuesto, mantener el control (léase represión) sobre los barrios pobres y marginales. Uno de los tantos ejemplos ocurrió durante el último temporal en Virrey del Pino, en donde los vecinos salieron a reclamar por demandas tan básicas y elementales como techo, luz y agua y solo recibieron golpes y palos, atajándose por las dudas el municipio de Espinoza antes de que se hagan los okupas, se les ocurra tener su propio Indoamericano y los ratis no estén preparados para contenerlos…
De todas maneras, la medida supone además una olímpica omisión a la denominada autonomía universitaria, que supone la exclusión de cualquier fuerza estatal dentro del predio de una universidad (tengamos en cuenta la Noche de los Bastones Largos, a mediados de los 60’ en la UBA, en donde la represión fue feroz). Solamente bajo dictaduras fue que se suprimió ese principio, que consta desde la época de la Reforma Universitaria de 1918. La autonomía universitaria significa nada más y nada menos que el Estado (y en este caso su cara más feroz que son las fuerzas represivas) nada tiene que hacer en nuestras universidades. Pero en la UNLaM, donde no se cansan de hacer actos con Espinoza, o con los diputados del PJ como escribimos acá, o actos con la policía como orgullosamente cuentan acá, y ahora directamente una academia que denuncia también nuestra compañera Alejandrina Barry acá, parece que nunca supieron de su existencia. En el movimiento estudiantil la conquistamos luchando contra las camarillas clericales y las castas de profesores y rectores que tomaban el control de los organismos de gobierno de nuestras universidades allá por 1918, en la Córdoba de las campanas. Conquistamos la autonomía (que hoy tienen status constitucional) y el cogobierno, y ninguna de las dos parece que existen en la UNLaM donde los estudiantes somos una ínfima minoría en los organismos de gobierno, como denunciamos desde la Juventud del PTS en las recientes elecciones. Así la conquistamos y así la vamos a defender en la UNLaM, junto con la mayoría estudiantil en el cogobierno y la libertad de cátedras, también ausente en nuestra universidad.
En ese sentido es que se tiene que enmarcar el hecho de que el fenómeno se de en una universidad de carácter netamente peronista, en donde la Liga Federal Universitaria (la agrupación hegemónica por excelencia) volvió a triunfar con un 64% bajo un semi fraude electoral basado en una elección con 105 mesas, sin dejarnos fiscalizar a las listas opositoras, dejándonos afuera de la elección de claustros a pesar de los 1800 avales presentados, con los decanos pasando aula por aula sugiriendo votar a la Liga, y con varios votos y votantes dudosos sufragando en varias mesas a la vez. Esta vez al menos se tomaron el trabajo de darle un tamiz de (falsa) democracia al asunto.
Volviendo a lo que nos convoca, en la UNLaM no hace falta el training policial para que estas normas se violen. Sin ir más lejos, en las garitas de seguridad que se encuentran a la entrada (y por lo tanto, dentro de la universidad), el personal mismo se encuentra armado, y durante las elecciones tuvimos el (des)agrado de cruzarnos a más de un oficial armado por los pasillos, conciendo su nueva “casa de altos estudios”. Por lo tanto, ¿cual será esta vez el rol de la Liga, que evidentemente ignora (o desconoce) la autonomía universitaria? ¿Cuál será su posición frente a una decisión avalada por el Rectorado en complicidad con la Bonaerense? ¿Qué fue lo que hizo como Centro de Estudiantes ante la desaparición de Luciano Arruga en manos de la policía municipal si se tiene en cuenta que la Juventud del PTS en la UNLaM y en la UBA lanzamos una fuerte campaña?
Desde el PTS denunciamos esta provocación por parte de una fuerza que ya asesinó a más de 3000 jóvenes por gatillo fácil. El rector Martínez y la Liga Federal son los cómplices del intendente Espinoza que mete la policía en nuestra universidad. Repudiamos esta medida represiva y exigimos FUERA LA POLICIA DE LA UNLaM! Aparición con vida de Luciano Arruga y castigo a todos los responsables!
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